jueves, 3 de marzo de 2016

Tecnología primitiva o de subsistencia.


Durante la Edad de Piedra, los humanos eran cazadores recolectores, un estilo de vida que comportaba un uso de herramientas y asentamientos que afectaba muy escasamente a los biotopos. Las primeras tecnologías de importancia estaban asociadas a la supervivencia, la obtención de alimentos y su preparación. El fuego, las herramientas de piedra, las armas y el atuendo fueron desarrollos tecnológicos de gran importancia de este periodo. En este tiempo apareció música. Algunas culturas desarrollaron canoas con batangas capaces de aventurarse en el océano, lo que propició migraciones a través del archipiélago Malayo, atravesando el Océano Índico hasta Madagascar y también cruzando el Océano Pacífico, lo que requería conocer las corrientes oceánicas, los patrones del clima, navegación y cartas estelares. La fase principal de predominio de la economía cazadora-recolectora se llama Paleolítico y el final se denomina paleolítico o mesolítico; la Edad de Piedra posterior, durante la cual se desarrollaron los rudimentos de la tecnología agraria, se llama periodo Neolítico.
Los artefactos humanos más antiguos que se conocen son las hachas manuales de piedra encontradas en África, en el este de Asia y en Europa. Datan, aproximadamente, del 250.000 a.C., y sirven para definir el comienzo de la edad de piedra. Los primeros fabricantes de herramientas fueron grupos nómadas de cazadores que usaban las caras afiladas de la piedra para cortar su comida y fabricar ropa y tiendas. Alrededor del 100.000 a.C., las cuevas de los ancestros homínidos de los hombres modernos (véase Evolución humana) contenían hachas ovaladas, rascadores, cuchillos y otros instrumentos de piedra que indicaban que el hacha de mano original se había convertido en una herramienta para fabricar otras herramientas. Muchos miembros del reino animal utilizan herramientas, pero esta capacidad para crear herramientas que, a su vez, sirvan para fabricar otras distingue a la especie humana del resto de los seres vivos. 
La Piedra y el Fuego, los primeros dos grandes descubrimientos.
La armas y utensilios que existen en este período en que el hombre fue ante todo un cazador, son muy toscas.
Además de tallar la piedra, el hombre aprendió a aprovechar los huesos para hacer agujas, puntas de lanzas y arpones.
Los artefactos humanos más antiguos que se conocen son las hachas manuales de piedra encontradas en África, en el este de Asia y en Europa. Datan, aproximadamente, del 250.000 a.C., y sirven para definir el comienzo de la edad de piedra.
El más importante descubrimiento realizado por el hombre en el Paleolítico fue el fuego; primero lo tomó de la naturaleza y luego lo produjo por sí mismo. Alrededor de una hoguera se podía enfrentar el frío, cocinar los alimentos y ahuyentar a los animales.

Tecnología artesanal.



Los medios de transporte más utilizados fueron los barcos de juncos y las balsas de madera, que surgieron primero en Mesopotamia y Egipto. Un resultado importante del mercado de la cerámica, los metales y las materias primas fue la creación de una marca o sello, que se usaba para identificar a los creadores o propietarios particulares.
La rueda


Hoy no podríamos imaginar la civilización contemporánea sin la rueda: ella está presente, con sus mil variaciones, en cada elemento de la técnica moderna: desde el reloj, la locomotora, la turbina, hasta las grandes máquinas industriales.
Para el hombre constituía un problema trasladar cargas pesadas y con el invento de la rueda esta tarea se vio facilitada.


Las primeras ruedas conocidas son las de Ur y Hassuna, en la Mesopotamia, y se remontan a más o menos 4.500 años antes de Cristo.

La agricultura 



Sin duda una de las innovaciones más sorprendentes fue la agricultura. En cierto sentido, toda la historia humana gira alrededor de dos Revoluciones: el paso neolítico de la caza a la agricultura y el moderno paso de la agricultura a la industria.
Cuando llegó la edad del bronce, las distintas sociedades distribuidas por cada continente habían conseguido ya varios avances tecnológicos. Se desarrollaron arpones con púas, el arco y las flechas, las lámparas de aceite animal y las agujas de hueso para fabricar recipientes y ropa. También se embarcaron en una revolución cultural mayor, el cambio de la caza y la recolección nómada a la práctica sedentaria de la agricultura.
Este hecho significó para la humanidad algo cuya importancia solo puede compararse con el descubrimiento del fuego.
Con el se inició una nueva etapa, en la que el hombre comenzó a producir su propio alimento. Mientras el ser humano fue recolector y cazador, se vio obligado a ser nómade, porque debía trasladarse a los lugares en los cuales hubiera abundancia de frutos y de caza.
La agricultura, en cambio, le permitió establecerse en un lugar determinado y se formaron así las primeras aglomeraciones de población, creándose las bases para el desarrollo de las culturas superiores.
La actividad agropecuaria permitió guardar excedentes de producción, con lo que se pudo alimentar a un mayor grupo de población, produciéndose un aumento importante de esta.

A consecuencia del desarrollo de la agricultura y de la domesticación de animales se desarrolló la textilería, obteniéndose en forma más o menos constante fibras como algodón y lino, además de lana para ser hilada y trabajada en telares. Con la vida desarrollándose en comunidades mayores, surgieron nuevas necesidades de organización.
Los metales


La tecnología primitiva no estaba centrada solamente en las herramientas prácticas.
Se pulverizaron minerales de color para obtener pigmentos, que se aplicaban al cuerpo humano, a utensilios de arcilla, a cestas, ropa y otros objetos. En su búsqueda de pigmentos, descubrieron en mineral verde, rico en cobre, llamado malaquita y otro azul denominado azurita. Cuando los golpeaban no se convertían en polvo, sino que se doblaban; se podían pulir, pero no partir. Por estas cualidades, el cobre en trozos pequeños se introdujo muy pronto en la joyería.
Estos pueblos también aprendieron que, si este material era forjado repetidamente y puesto al fuego, no se partía ni se agrietaba. Este proceso de eliminación de tensiones del metal, llamado recocido, fue introducido por las civilizaciones de la edad de piedra, sobre todo cuando hacia el año 3000 a.C. se descubrió también que la aleación de estaño y cobre producía bronce. El bronce no es sólo más maleable que el cobre, sino que también proporciona una mejor arista, una cualidad necesaria para objetos como hoces y espadas.
La metalurgia comenzó a desplazar el uso de la piedra en la confección de las herramientas agrícolas y las armas; también, se utilizó para fabricar utensilios y adornos. Las piedras se gastaban y quebraban con facilidad, en cambio, los metales eran más resistentes y más fáciles de trabajar.
La  edad de los metales

Llegó un momento de la prehistoria en que los pueblos dejaron de hacer sus instrumentos con piedra y pasaron a fabricarlos con metales (porque aprendieron las técnicas necesarias para ello). La edad de los metales se divide en tres, periodos.
La edad del cobre: El cobre fue el primer metal utilizado por los seres humanos.

La edad del bronce: Se llama así porque el hombre empezó a utilizar el bronce, después de aprender a alear (mezclar) el cobre con otro metal: el estaño. Las antiguas culturas de Mesopotamia nacieron y se desarrollaron durante la edad del bronce. Al final de ese periodo surgieron también las primeras civilizaciones de Grecia.
La edad del hierro: Los utensilios pasaron a fabricarse con hierro. Comenzó en Oriente Próximo hace aproximadamente 3.200 años (aunque en la mayor parte de Europa no se inició hasta hace unos 1.300 años, y en América no se trabajó el hierro hasta la llegada de los europeos a finales del siglo XV de nuestra era). Los europeos de la edad del hierro pertenecieron, en su mayor parte, a la cultura celta. La edad del hierro acabó en casi toda Europa a medida que se producía en cada zona la conquista romana.


Primeros pasos


El conocimiento científico en Egipto y Mesopotamia era, sobre todo, de naturaleza práctica, es decir, sin mucha organización racional. Uno de los primeros sabios griegos que buscó las causas fundamentales de los fenómenos naturales, fue el filósofo Tales de Mileto, en el siglo VI a. C., quien introdujo el concepto de que la Tierra era un disco plano que flotaba en el elemento universal, el agua. El matemático y filósofo Pitágoras, de época posterior, estableció una escuela de pensamiento, en la que las matemáticas se convirtieron en una disciplina fundamental para toda la investigación científica. Los eruditos pitagóricos, postulaban una Tierra esférica que se movía en una órbita circular alrededor de un fuego central. En Atenas, en el siglo IV a. C., la filosofía natural jónica y la ciencia matemática pitagórica, se combinaron para producir las síntesis formadas por las filosofías lógicas de Platón y Aristóteles.
En la Academia de Platón, se subrayaba el razonamiento deductivo y la representación matemática; en el Liceo de Aristóteles, primaban el razonamiento inductivo y la descripción cualitativa. La interacción entre estos dos enfoques de la ciencia, condujo a la mayoría de los avances posteriores. En la época helenística, a la muerte de Alejandro Magno, Eratóstenes realizó una medida asombrosamente precisa de las dimensiones de la Tierra. El astrónomo Aristarco de Samos, propuso un sistema planetario heliocéntrico.
El matemático e inventor Arquímedes, sentó las bases de la mecánica y la hidrostática (una rama de la mecánica de fluidos); el filósofo y científico Teofrasto fundó la botánica; el astrónomo Hiparco de Nicea desarrolló la trigonometría, y los anatomistas y médicos Herófilo y Erasístrato, basaron la anatomía y la fisiología en la disección. Después que los romanos destruyeran Cartago y Corinto, en el año 146 a. C., la investigación científica perdió impulso, salvo una breve recuperación en el siglo II d. C. bajo el emperador y filósofo romano Marco Aurelio. En esa época, el sistema de Tolomeo, (una teoría geocéntrica de los planetas propuesta por el astrónomo Claudio Tolomeo) y las obras del filósofo y médico Galeno, se convirtieron en tratados científicos de referencia para la posterioridad.



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